Metal

Hell and Heaven 2018: Mítico, heterogéneo y emergente

Hell and Heaven 2018: Mítico, heterogéneo y emergenteAlgo que caracteriza al Corona Hell and Heaven, desde sus primeras ediciones, es su ambicioso cartel. La edición del 2018 conjuntó a dos de las más grandes leyendas del rock —digo esto sin la menor exageración—: Deep Purple y Scorpions. Estoy hablando solamente del primer día, pues los estelares del segundo son también auténticos mitos: Ozzy Osbourne y Judas Priest; debe agregarse, además, a Megadeth, quienes son insoslayables de las altas cumbres del metal, dicho sea de paso, en muy momento sumamente interesante gracias a la adición del prodigioso Kiko Loureiro, también guitarrista de la agrupación brasileña Angra.

Un evento de estas dimensiones es monstruoso en muchos sentidos, pues de entrada es imposible ver todas las propuestas que éste ofrece; no sólo tenemos bandas tocando en paralelo gracias a los múltiples escenarios, también se trata de dos días con horas y horas de metal duro y puro (bueno, también con algunas variantes que se adscriben al rock clásico, el punk o lo alternativo, por ejemplificar).

De tal suerte, quien asiste al Hell and Heaven hace bien si esboza sus expectativas sonoras y traza un mapa: los estelares van por descontado, pero hay que aprovechar al máximo este cúmulo heterogéneo de guitarrazos, melenas, Corona, piel y virtuosismo.

Limitándome al primer día, pues quien aquí escribe explotó al máximo la fecha inaugural, resalto un gran inicio particular con los emblemáticos y poderosos riffs de Testament, quienes hicieron que el público enardeciera, incluso en contra de una gruesa tormenta que comenzó al unísono del primer tema. Tal clima, aunque afectó un tanto el sonido, no impidió un gran slam, o quizá, por el contrario, lo propició, abriendo las puertas a lo ritual de un concierto masivo de estas características.

Poco después de escuchar a los mencionados adalides del trash, me suministré un giro más o menos abrupto para explorar la música, y el sorprendente performance, de Moonspell. Fernando Ribeiro, con un candil carmesí en la mano, anuncia el comienzo de Moonspell, quienes tocan un poco de diversos materiales pero se centran especialmente en 1755, disco que alude al trágico terremoto que azotó Lisboa ese año. Los espacios temporales a los que Moonspell acude son sugeridos por la melodía, aunque también por sutilezas como la enigmática máscara de médico —de tiempos de la peste negra— que porta por momentos Ribeiro.

Hell and Heaven 2018: Mítico, heterogéneo y emergente

Un tanto distinta es la presentación de Mastodon, quienes se desfogan en una explosión de virtuosismo y tocan endiabladamente rápidos y precisos, como si estuvieran en el estudio, no obstante las dificultades del clima. Hablamos ya del escenario principal, allí tocarán también Deep Purple y Scorpions.

Cuando llegan los británicos la gente sigue encendida, ellos responden con el track cuyo solo inmortalizara a Ritchie Blackmore: “Highway Star”. Posteriormente navegan en temas mucho menos conocidos, que corresponden a sus momentos quizá más precursores de lo progresivo, sumamente audaces y sugerentes, pero mucho menos coreados. Es obvio que rumbo al final vendrá “Smoke on the Water”, aunque la obviedad del presentimiento no anula el que, al disfrutar en vivo este himno, piense: quien no haya escuchado y coreado esto, no tiene idea de qué carajos es el rock.

Supongo que en otro festival, en otro tiempo, Deep Purple hubiera cerrado el evento y los Scorpions serían sus teloneros, pero la banda alemana, hoy en día, es una de las últimas leyendas en pie que, en vivo, suena parecido a sus discos, aun con sus amenazas de retiro que, por fortuna, no han hecho válidas. A estas alturas casi todos los temas de Scorpions son míticos y emotivos, pero aquéllos que calan con más hondura tal vez sean “Blackout”, “The Zoo”, el infaltable “Wind of Change” y “Rock You Like a Hurricane”. Fue una lástima no escuchar canciones potentísimas como “Hit Between the Eyes” o “Crazy World” (máxime siendo el Crazy World Tour), tal vez por lo demandantes que son en la guitarra, y sobre todo estando ya lejos de los años dorados, pero en cambio vino la grata sorpresa de “Tease Me Please Me” y el homenaje al titánico Lemmy Kilmister con “Overkill”.

Hell and Heaven es el metal “true” pero también lo heterogéneo, lo mítico y lo emergente, —pues en el cartel había, del mismo modo, excelentes bandas mucho, realmente mucho menos conocidas pero de altísima calidad, por ejemplo Jet Jaguar—. Cuando menos en el papel, está a la altura de los grandes festivales.

 
Por Rafael Díaz
 

Hell and Heaven 2018: Mítico, heterogéneo y emergente

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